lunes, 26 de enero de 2015

Crónica: 20º Media Maratón Isla de la Cartuja

Jodido. Con ese adjetivo empiezo esta crónica, así que ya os oleréis que la carrera no ha ido como esperaba.

Esta carrera no quería tomarmela como una oportunidad para bajar la marca en media maratón, sólo quería disfrutar haciendo la tirada larga del domingo. Preveía hacer la misma marca, o parecida, a la que hice en Córdoba (1h48). Pero la gente me llevó y se me olvidó por completo que esto era un entrenamiento.

Foto de equipo Ispossible Team

Empecé a tirar sobre 4:30 min/km los primeros kilómetros, bastante frío aun pero cómodo. Con el paso de los kilómetros iba cogiendo calor en el cuerpo e iba a ritmo de 4:46 min/km aproximadamente. El problema llega cuando empiezo a notar un ligero pinchazo en la zona exterior de la rodilla derecha. Iluso de mí, pienso que es la típica molestia de cuando estas en frío, pero cada kilómetro que pasaba el dolor iba haciéndose más agudo.

De sensaciones iba bastante bien, corriendo sobre 4:50-4:40 min/km y bastante cómodo, notaba como todo el entreno de las semanas anteriores estaban teniendo su efecto positivo, antes de empezar a preparar la maratón no era capaz de vez el número 4 en el reloj, ya lo veo más asiduamente.

Kilómetro 10, sigo teniendo buenas sensaciones y decido tomarme el gel en el próximo kilómetro, pero es ahí cuando la rodilla me dio el primer aviso, casi no podía moverla y empezaba a rondarme por la cabeza la opción de abandonar. Intenté evadir los pensamientos de abandono. Solución: bajar ritmo y a correr como pudiese. Cuchillo en boca y a seguir, que sólo quedaban 11km!

Aguantaba como un jabato pero en el reloj ya marcaba 5:20-5:30 min/km y el dolor no se aliviaba, cada vez más fuerte. Y ya por el kilómetro 16-17, ya metido en los Jardines de San Jerónimo, volvió a rondarme por la cabeza la palabra abandono. La gente empezaba a apretar en los últimos kilómetros y cada vez iba desmotivándome más, cada vez más atrás y el ritmo seguía disminuyendo, y por supuesto, el dolor no se escondía el jodio! Apretaba los dientes y seguía avanzando como podía, cojeando pero zancada tras zancada, mirando cuantos kilómetros quedaban de sufrimiento.

Y resultó ser que mejoré marca (1h47). Lo que iba a ser un mero entreno se convirtió en un calvario donde sufrí como un cabrón, pero mejorando crono. Si no me hubiese roto quizás habría logrado el ansiado 1h40, pero no pudo ser, el año que viene será.

Sobre esta semana iré al fisioterapeuta a que me diga qué es lo que tengo en la rodilla y para ver que puede hacer conmigo para poder llegar a la maratón el día 22. Espero no renunciar a este sueño con el que llevo concienciándome un año.

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